Algunas de las investigaciones más relevantes realizadas en el último tiempo, aunque no necesariamente representativas, entregan datos interesantes con relación al comportamiento sexual de los jóvenes chilenos.
Una encuesta desarrollada por el Instituto Nacional de la Juventud a fines de 1993, señalaba que el 32.5% de los encuestados llevaba una vida sexual activa, y de ellos el 58.8% mantenía contactos sexuales a lo menos una vez por mes. El 84.4% apoyaba el inicio de las relaciones sexuales teniendo como única condición el deseo de ambos.
El mismo año, la Universidad de Santiago de Chile, en conjunto con el Ministerio de Salud, encuestó a una muestra de alumnos sobre enfermedades de transmisión sexual y control de la natalidad. Esta explotación mostró una realidad semejante al estudio anterior: 57% de los encuestados reveló tener vida sexual activa, entre los cuales el 54.3% no utilizaba métodos de control de la fecundidad en sus encuentros sexuales. El 26.5% no había utilizado nunca un método anticonceptivo. Esta consulta reveló la necesidad de los jóvenes de contar con actividad educativas en el ámbito universitario. Paternidad responsable, ética, desarrollo sexual y métodos anticonceptivos, son los temas que señalaban como prioritarios.